La compañía brasileña Dorel había utilizado tradicionalmente empaques de EPS para el envío de sus muebles, lo que resultaba insostenible y, debido al tamaño, dificultaba la manipulación de los productos y los hacía propensos a sufrir daños. Buscaban mejorar el transporte con soluciones de protección hechas con materiales reciclables. También querían reducir los costos de embalaje.